Ayer le hice cambios importantes al ensayo y hoy trabajé más sobre esos cambios, además de hacer otros menores.
Por empezar, agregué algo entre paréntesis (hoy) y otro ejemplo (ayer) al final en el párrafo sobre la regla 2:
Y a continuación agregué esto entre ayer y hoy, que conceptualmente me parece el cambio más importante:...sino sólo de Sujeto (de la Oración Simple Bimembre), y duerme no funciona de Predicado Verbal y de Núcleo del Predicado Verbal, sino sólo de Predicado Verbal (de la Oración Simple Bimembre); y en “Llueve”, llueve no funciona de Predicado Verbal y de Oración Unimembre (lo que no tendría sentido), sino sólo de Oración Unimembre (en los falsos duelos entre una función más general y otra menos, siempre gana la más general).
La regla 1 dice cómo pueden ser las piezas del juego; la 2, cómo pueden jugar. Cómo deben jugar es algo que dice el reglamento del juego, porque ambas reglas lo que tienen de básicas lo tienen de triviales. En principio, el reglamento sintáctico se puede reducir a esta interpelación a cada pieza: «Dime qué eres y te diré de qué juegas».
Notemos que para decirle de qué juega no le pide informar qué significa, sino sólo qué (clase de) pieza es: si es una pieza sustantiva, o una adjetiva, o una verbal, o una adverbial, etc. Dicho de otra manera: en principio, en sintaxis no importa el significado de la pieza en sí (el significado léxico), sino sólo el de la clase a la que pertenece (si significa una sustancia, una cualidad, un evento, una circunstancia, etcétera). O eso se pretende.
Para ver fracasar esa pretensión, imaginemos que un reglamento de fútbol multiespecies estipula que sólo un batracio puede jugar de arquero, sólo un pez puede jugar de defensor o de mediocampista, y sólo un cetáceo puede jugar de delantero. Imaginemos ahora que en un partido concreto una ballena juega de mediocampista y nos parece bien; algo así sería que una pieza sustantiva, por su significado léxico, jugara de Circunstancial de Tiempo, por ejemplo, que es algo propio de una pieza adverbial con esa significación («hoy», «ahora», «ayer»).
Más adelante veremos un ejemplo, pero ya puede verse que la interpelación se complejizó un poco, al menos para ciertos casos: «Dime qué eres y qué significas y te diré de qué juegas» (ni bien me haya fijado qué son y qué significan las otras piezas con las que interactuás o que interactúan con las que interactúan con vos).
Desde hoy, ahí termina la sección 1, “El juego”, y empieza la 2, “El cálculo” (hasta ahora el ensayo no tenía divisiones). En la actual sección 2, cambié la imagen png del cuadro (no había cambiado en todos los casos «gran mayoría» por «amplia mayoría») y en la parte que hablo de los dos tipos de botones semánticos antes decía esto:
Como se ve, estas operaciones relacionan piezas semánticas. Siguiendo una distinción que viene de la lógica medieval, hay cuatro clases categoremáticas (representan sentidos referenciales: sustancias y cualidades de sustancias, hechos y cualidades de hechos, para decirlo rápido) y dos sincategoremáticas. Hablemos un poco de estas últimas.
Una preposición o una conjunción no tienen referencia externa: representan relaciones. Esto las ubica a mitad de camino entre los otros botones semánticos y los botones operacionales; por eso los distinguí con otro color y otro tamaño, pero siempre en el área semántica.
No sé si no podrían verse como crisálidas, la etapa intermedia de la metamorfosis de oruga a mariposa. Y tampoco sé cuál sería el punto de partida (la oruga) y el de llegada (la mariposa); o sea, no sé si vamos de lo categoremático a lo sincategoremático, pasando por preposiciones y conjunciones que son un mix de ambos, o al revés. Todo esto, siempre y cuando la metáfora de la metamorfosis y las crisálidas funcione.
El párrafo acotado de crisálidas y metamorfosis directamente lo eliminé. Y en el segundo volví a poner eso entre paréntesis:
Como se ve, las operaciones relacionan piezas semánticas. Siguiendo una distinción que viene de la lógica medieval, hay cuatro clases categoremáticas (representan sentidos referenciales: sustancias y cualidades de sustancias, eventos y cualidades de eventos, para decirlo rápido) y dos sincategoremáticas (una preposición o una conjunción no tienen referencia externa: representan relaciones, lo que las ubica a mitad de camino entre los otros botones semánticos y los botones operacionales –por eso los distinguí con otro color y otro tamaño, pero en el área semántica).
Los dos párrafos de acotaciones sobre el Circunstancial «el lunes» cambiaron casi totalmente, consecuentemente con el cambio conceptual referido más arriba, en el final de la actual sección 1, donde anuncio que más adelante veremos el ejemplo de lo que estoy diciendo ahí (una construcción sustantiva jugando de Circunstancial de Tiempo, cual ballena jugando de mediocampista). Hasta hoy esos párrafos decían esto:
El caso de ese Circunstancial es problemático. La construcción (o sintagma) «el lunes» es sustantiva (o nominal), pero juega adverbialmente en ese contexto: es la circunstancia temporal –el cuándo– de la acción de dejar limpias las cuentas del club. En otro contexto puede funcionar nominalmente, como cuando decimos: “El lunes es el primer día laboral de la semana”. Ahí sí «el lunes» juega de lo que es, una construcción sustantiva; da el Sujeto de la oración.
Luego, no le alcanzaría a la calculadora contar con el dato léxico de que el sustantivo lunes tiene significación temporal, si no supiera cuándo está jugando de adverbio y cuándo de sustantivo. Y si nuestra inteligencia humana (o una artificial) considera que está jugando de adverbio (Circunstancial de Tiempo), ¿es válido decir que es un sustantivo? ¿qué es no depende de de qué juega? ¿el significado no es el uso, también acá?
Ahora dicen esto:
Llegamos al ejemplo pendiente de una pieza sustantiva jugando adverbialmente: «el lunes» es la circunstancia temporal –el cuándo– de la acción de María de dejar limpias las cuentas del club. Con saber sólo que es una construcción sustantiva, y no qué significa, no podríamos saber que es el cuándo de esa acción (su quién y su qué ya están ocupados).
La misma pieza compuesta (y con el mismo significado léxico) en otra oración puede funcionar nominalmente; por ejemplo, como Sujeto de “El lunes es el primer día laboral de la semana”. Y seguiríamos entendiéndolo como Sujeto en la variante anómala *“El lunes Juan es el primer día laboral de la semana” gracias a conocer su significado y el de las otras palabras, lo que a la vez nos permitiría descartar como Sujeto a «Juan», que ahí no tiene nada que hacer (salvo que lo pongamos entre comas para volverlo un vocativo).
Completo, ahora el ensayo se ve así:
1. Un juego
En gramática, la morfología estudia las relaciones que establecen entre sí los morfemas de una palabra (que son sus partes significativas). Por ejemplo, en canté hay un morfema llamado raíz (cant-), que da el significado léxico, y hay un morfema que se le acopla, llamado desinencia (-é), y que da la información de persona, tiempo y modo del verbo conjugado (en este caso, 1ª persona del singular del Pretérito Perfecto Simple del Modo Indicativo).
La sintaxis estudia las relaciones que establecen entre sí las palabras de esa supraunidad significativa que es una oración (que no preexiste a esas relaciones, sino que resulta de ellas). Las alianzas se dan a distintos niveles de integración. Ejemplo: en “La bataraza puso un huevo”, la se relaciona con bataraza y la alianza la bataraza se relaciona con la alianza puso un huevo, donde a su vez un se relaciona con huevo y un huevo se relaciona con puso. A esas relaciones se les da el nombre de funciones sintácticas.
Con esa dinámica de alianzas (que también podríamos metaforizar como enlaces químicos), si vemos la sintaxis como un juego podemos decir que tiene dos reglas básicas:
La regla 1 dice cómo pueden ser las piezas del juego; la 2, cómo pueden jugar. Cómo deben jugar es algo que dice el reglamento del juego, porque ambas reglas lo que tienen de básicas lo tienen de triviales. En principio, el reglamento sintáctico se puede reducir a esta interpelación a cada pieza: «Dime qué eres y te diré de qué juegas».1) sus piezas pueden agruparse entre sí y formar nuevas piezas: o sea, hay piezas simples (las palabras) y piezas compuestas (las construcciones, a saber: los grupos de dos o más palabras relacionadas entre sí; la construcción mayor es la oración misma);
2) en razón de esos niveles de integración, cada pieza –simple o compuesta– tiene una sola función y por cada función hay una sola pieza; ejemplos: en “Juan duerme”, Juan no funciona de Sujeto y de Núcleo del Sujeto, sino sólo de Sujeto (de la Oración Simple Bimembre), y duerme no funciona de Predicado Verbal y de Núcleo del Predicado Verbal, sino sólo de Predicado Verbal (de la Oración Simple Bimembre); y en “Llueve”, llueve no funciona de Predicado Verbal y de Oración Unimembre (lo que no tendría sentido), sino sólo de Oración Unimembre (en los falsos duelos entre una función más general y otra menos, siempre gana la más general).
Notemos que para decirle de qué juega no le pide informar qué significa, sino sólo qué (clase de) pieza es: si es una pieza sustantiva, o una adjetiva, o una verbal, o una adverbial, etc. Dicho de otra manera: en principio, en sintaxis no importa el significado de la pieza en sí (el significado léxico), sino sólo el de la clase a la que pertenece (si significa una sustancia, una cualidad, un evento, una circunstancia, etcétera). O eso se pretende.
Para ver fracasar esa pretensión, imaginemos que un reglamento de fútbol multiespecies estipula que sólo un batracio puede jugar de arquero, sólo un pez puede jugar de defensor o de mediocampista, y sólo un cetáceo puede jugar de delantero. Imaginemos ahora que en un partido concreto una ballena juega de mediocampista y nos parece bien; algo así sería que una pieza sustantiva, por su significado léxico, jugara de Circunstancial de Tiempo, por ejemplo, que es algo propio de una pieza adverbial con esa significación («hoy», «ahora», «ayer»).
Más adelante veremos un ejemplo, pero ya puede verse que la interpelación se complejizó un poco, al menos para ciertos casos: «Dime qué eres y qué significas y te diré de qué juegas» (ni bien me haya fijado qué son y qué significan las otras piezas con las que interactuás o que interactúan con las que interactúan con vos).
2. Un cálculo
Dejemos por el momento el juego y pasemos a ver la sintaxis como un cálculo, que es otra metáfora que puede cuadrarle. Una calculadora aritmética tiene botones “semánticos” (los dígitos del 0 al 9) y botones operacionales (los básicos son los de suma, resta, multiplicación y división). Análogamente, la calculadora sintáctica tendrá como botones semánticos clases de palabras (como sustantivo, adjetivo, verbo, etc.) y tendrá como botones operacionales las cuatro relaciones básicas que pienso que existen, a saber:
-
1) Predicación: A predica algo sobre B.
2) Modificación: A modifica a B.
3) Subordinación: A subordina a B.
4) Coordinación: A coordina a B con C.
Para no seguir hablando en el aire, veamos el boceto que hice de la calculadora sintáctica:
Las cuatro relaciones sintácticas básicas son transitivas y ninguna es recíproca. Por ejemplo, en la construcción sustantiva “montaña alta”, alta modifica a montaña, pero montaña no modifica a alta: sólo es modificada por alta. Ergo, cada relación básica tiene una versión activa y otra pasiva (izquierda y derecha de cada botón operacional, respectivamente). Así,
Como se ve, las operaciones relacionan piezas semánticas. Siguiendo una distinción que viene de la lógica medieval, hay cuatro clases categoremáticas (representan sentidos referenciales: sustancias y cualidades de sustancias, eventos y cualidades de eventos, para decirlo rápido) y dos sincategoremáticas (una preposición o una conjunción no tienen referencia externa: representan relaciones, lo que las ubica a mitad de camino entre los otros botones semánticos y los botones operacionales –por eso los distinguí con otro color y otro tamaño, pero en el área semántica).
Por ese display tienen que poder pasar todas las funciones sintácticas que hay. En el cuadro que sigue las voy a ir desplegando sobre una misma oración. Las únicas que veo que no están son las funciones de Predicado Nominal y Predicado Adverbial. Son fáciles de calcular:
La utilidad de esta calculadora sintáctica no es práctica; es pedagógica: sirve para visualizar y comprender que la sintaxis es un cálculo, donde cuatro operaciones conectan seis tipos de pieza y a cada conexión la llamamos función sintáctica.
Y no es práctica porque corre por nuestra cuenta la decisión de qué se conecta con qué y cómo; no le tirás a esta máquina una oración y te la devuelve analizada. Es más útil hacer la calculadora (o ver cómo está hecha, cómo funciona) que usarla. En todo caso, lo que me interesa es poner de manifiesto que cualquier alianza o enlace entre las piezas del juego sintaxis, simples o compuestas, puede formalizarse, es decir, identificarse con una fórmula, una secuencia de pulsaciones.
Toda conexión sintáctica tiene una y sólo una fórmula (o una por interpretación, si puede interpretarse de más de un modo).* No a la inversa: una fórmula puede corresponder a más de una conexión, como muestran las enumeraciones de la columna “Función”. Algunas serán conexiones del mismo tipo, como las de un Atributo (juega un adjetivo) y un Determinante (juega un artículo) en «la presidenta saliente»; ambas son modificadores de un sustantivo y caben, en esta simplificación, en la fórmula ADJ + Ma + SUS. Entre los modificadores de un verbo puede haber más distancia. Por ejemplo, pulsar SUS + Ma + VER puede dar como resultado un Objeto Directo sin “a” («las cuentas»), un Objeto Indirecto cumplido por un pronombre objetivo («le»), o un Circunstancial («el lunes»).
Llegamos al ejemplo pendiente de una pieza sustantiva jugando adverbialmente: «el lunes» es la circunstancia temporal –el cuándo– de la acción de María de dejar limpias las cuentas del club. Con saber sólo que es una construcción sustantiva, y no qué significa, no podríamos saber que es el cuándo de esa acción (su quién y su qué ya están ocupados).
La misma pieza compuesta (y con el mismo significado léxico) en otra oración puede funcionar nominalmente; por ejemplo, como Sujeto de “El lunes es el primer día laboral de la semana”. Y seguiríamos entendiéndolo como Sujeto en la variante anómala *“El lunes Juan es el primer día laboral de la semana” gracias a conocer su significado y el de las otras palabras, lo que a la vez nos permitiría descartar como Sujeto a «Juan», que ahí no tiene nada que hacer (salvo que lo pongamos entre comas para volverlo un vocativo).
Por último, pero no menos importante: no toda secuencia de pulsaciones es válida; el display de esta calculadora sintáctica, al igual que el de la otra, puede mostrar ERROR como resultado. Por ejemplo, la secuencia SUS + Ma + ADJ (una pieza sustantiva modificando a una pieza adjetiva) da error; lo mismo, VER + Pp + SUS (una pieza verbal predicada por una pieza sustantiva). En el juego de la sintaxis no existe esa jugada, no es legítima: no hay una función sintáctica que resulte de hacer esas conexiones.
Si jugáramos al azar con los diez botones de la calculadora, la inmensa mayoría de los resultados serían ERROR. Análogamente, la combinatoria ciega de 25 elementos (22 letras, el espacio, la coma y el punto) que llena los libros del cuento “La Biblioteca de Babel”, de Borges, hace que la inmensa mayoría sean libros sin frases ni palabras en ningún idioma (como el libro que contiene la secuencia «MCV» de principio a fin).
Otro ejemplo: nadie esperaría leer la oración «La bataraza puso un huevo» en el desparramo de una sopa de letras que cayó al suelo. Escribir la frase es tomar un atajo a ella, que el azar nos depararía sí o sí recién después de muchísimos años y sopas volcadas.
Al definir –gramática mediante– qué se puede hacer y qué no, qué tiene sentido y qué no, una lengua es un archipiélago de jugadas legítimas rodeado por un océano de jugadas ilegítimas. En eso es como cualquier otro juego (incluido el de la aritmética).
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