Cambios menores que hice en la madrugada del 20 de enero: dividí el ensayo en 2 secciones, agregué 1 tuit recién escrito («Hladík también protagoniza una felicidad...») y quité dos tuits del 15/1/22 que cerraban (en bloque de cita) el ensayo:
De hecho, Dahlmann no tiene anhelos. (Tal vez por eso adopta el de la construcción de una patria que supone tenía su abuelo materno –el paterno era un inmigrante de una patria antigua.)
— el Zambullista (@Zambullista) January 16, 2022
Un anhelo es un deseo profundo y largo; Dahlmann hace pie en sus deseos, todos de corto plazo.Un ejemplo de esos deseos: su avidez por «examinar» el «hallazgo» de «un ejemplar descabalado de Las Mil y Una Noches de Weil» (su arabismo era tan voluntario y de impulso europeo como su criollismo).
— el Zambullista (@Zambullista) January 16, 2022
Persistentes son la voluntad criollista y la fantasía de viaje de cada verano.
El ensayo quedó así:
1.
En el cuento de Borges “La otra muerte”, la idea a explotar es que Dios puede revocar el pasado. Pero como la sustitución de una historia universal por otra no es instantánea, en lo que dura coexisten reemplazada y reemplazante y se producen contradicciones transitorias. pic.twitter.com/wjODKCjkxu
— el Zambullista (@Zambullista) January 15, 2022
La conjetura más fácil y menos satisfactoria «postula dos Damianes: el cobarde que murió en Entre Ríos hacia 1946, el valiente que murió en Masoller en 1904».
— el Zambullista (@Zambullista) January 15, 2022
La conjetura del narrador también tiene dos Damianes, pero uno llegando y el otro yéndose. Fue un milagro con testigos.
No fue como el milagro secreto que le dio a Hladík 1 año más de vida en un universo detenido, que reanudó su marcha con una ejecución.
— el Zambullista (@Zambullista) January 15, 2022
Pedro Damián también es beneficiario de un milagro privado: el canje de una muerte por otra en la historia universal, que no deja de ser lineal.
A los testigos de su muerte en 1946 y de su cobardía en 1904 se les cambió la memoria o se los mató (Abaroa, que lo vio morir, al poco tiempo «murió… porque tenía demasiadas memorias de don Pedro Damián»).
— el Zambullista (@Zambullista) January 16, 2022
–🎶…y quiero que me perdonen
por este día los muertos
de mi felicidad🎵
Damián protagoniza una felicidad. Su muerte no es grande: ocurre «en una triste guerra ignorada y en una batalla casera». Pero lo que importa es que ahí se cumple un deseo: «consiguió lo que anhelaba su corazón, y tardó mucho en conseguirlo, y acaso no hay mayores felicidades».
— el Zambullista (@Zambullista) January 16, 2022
Hladík también protagoniza una felicidad cumpliendo un deseo, aunque nadie se entere y acto seguido muera.
— el Zambullista (@Zambullista) January 20, 2022
«No trabajó para la posteridad ni aun para Dios, de cuyas preferencias literarias poco sabía». Sin un otro, su obra casera ya es más ignorada que la triste guerra de Damián.
Si la felicidad es conseguir lo que anhela el corazón, Damián lo consigue muriendo; Hladík lo consigue y muere.
— el Zambullista (@Zambullista) January 16, 2022
Damián anhela morir como un valiente; en su felicidad hay una performance. En la de Hladík hay una obra: «Si de algún modo existo… existo como autor de Los enemigos».
Al menos lo que pide concluir es una obra. Pero mientras la hace hay una performance inmóvil y una vez hecha, nada. Vale como proyecto (o futuro) y como trabajo (o presente), no como resultado (o pasado).
— el Zambullista (@Zambullista) January 16, 2022
¿Qué obra deja de existir ni bien empieza? O trasciende algo o no es obra.La no obra de Jaromir Hladík es «el delirio circular que interminablemente vive y revive» Jaroslav Kubin, que enloqueció cuando Julia de Weidenau, a la que alguna vez «importunó con su amor», se volvió novia de Roemerstadt.
— el Zambullista (@Zambullista) January 16, 2022
Kubin alucina ser “el imbécil con el que huyó mi mujer”. pic.twitter.com/PTr7nINuEh
A Damián el milagro le permite corregir su vida; a Hladík, justificarla.
— el Zambullista (@Zambullista) January 16, 2022
Una vida es rescatada de la deshonra criolla; la otra, de ser vana para un paladar europeo.
Vuelve el duelo o la danza entre las armas y las letras y entre los dos linajes que tiran de Dahlmann en “El Sur”.
2.
De noche, todos los gatos son pardos y todos los Juanes, Pedros. Con un poco de luz ya se distinguen: Pedro Damián desea morir acometiendo; Juan Dahlmann desea convalecer, pero a punto de morir acometiendo fantasea que lo hubiera elegido o soñado en la 1ª noche de hospital.
— el Zambullista (@Zambullista) January 16, 2022
🗡️>💉
Poco antes de fantasear una liberación, una felicidad y una fiesta, Dahlmann fantasea evitarlas: «No hubieran permitido en el sanatorio que me pasaran estas cosas». Ahí pierde la esperanza de no morir; al atravesar el umbral, el temor a morir. Recién entonces fantasea esa muerte.
— el Zambullista (@Zambullista) January 16, 2022
No cuenta como fantasía el delirio bajo el cual Damián consiguió lo que anhelaba su corazón. Para él cuenta como real y los de afuera sabemos, desde los griegos, que somos la sombra de un sueño.
— el Zambullista (@Zambullista) January 16, 2022
En cambio, ninguna fantasía cuenta como real porque se hace invirtiendo la realidad. https://t.co/tRUq1NLbGT
Esté en la llanura a punto de morir o esté en el sanatorio soñando eso, Dahlmann no está en la noche en la que le clavaron la aguja, que es la temporalidad de su fantasía.
— el Zambullista (@Zambullista) January 16, 2022
Decir que esa muerte hubiera sido adecuada para aquel momento, ¿no es decir también que no lo es para este?
Como sea, fantasear esa muerte cuando se te viene encima no es igual que desearla y buscar merecerla. O que desear acabar la obra que creés que justificaría tu vida.
— el Zambullista (@Zambullista) January 16, 2022
Dahlmann elige lo criollo, pero no lo desea. Ávido es sólo por un libro antiguo; con su casa del Sur es indolente.
De lanza a daga; de batalla por la expansión del territorio nacional a duelo contra un borracho y por una boludez: la de Dahlmann es una versión degradada de la «muerte romántica» que lo impulsó a elegir su linaje criollo. No es un final feliz: no es lo que anhelaba su corazón.
— el Zambullista (@Zambullista) January 16, 2022
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