Entre el 21 y el 22 le agregué al ensayo un bloque de acotación en la Introducción, que probablemente deba reubicar, además de modificar:
[...] En lugar de preguntarnos cómo son las escenas en las que participan ser y estar, probemos preguntarnos qué son y cómo opera cada verbo para crear la suya.
El encuentro de ser y estar, que veremos en el tercer ensayo del tríptico, ...O mejor: preguntémonos qué acción hacemos al decir tal o cual cosa y con qué herramientas podemos hacerla; qué usamos, cómo y con qué efectos.
Por ejemplo, un verbo en Modo Indicativo suele usarse para comunicar lo que sabemos o lo que no sabemos pero creemos (y lo que fingimos saber o creer, como en las ficciones). “Vamos bien” comunica que sabemos o creemos que mal no andamos. Pero la misma forma en ♫“Vamos al bosque, nena”♫ no comunica un saber o una creencia: invita o propone, que son acciones más comúnmente realizadas usando verbos en Modo Imperativo (“Vayamos al bosque, nena”) o Subjuntivo (“Te propongo que vayamos al bosque, nena”).*
Otro caso, entre muchos. Cuando te dicen “¿Tenés hora/fuego/un minuto?”, sabés que no te están haciendo una pregunta, sino un pedido; sabés que no te están pidiendo información, sino la hora, fuego y un momento de atención (el inglés to ask no diferencia estos dos tipos de pedido). La peor respuesta es un “Sí” o un “No” y la mejor es dar lo que te piden o excusarte por no poder (“No uso reloj ni tengo celular”, “No fumo”, “Estoy apurado”).
¿Por qué estos pedidos y aquella invitación se pueden hacer usando formas del Modo Indicativo? Porque lo que Wittgenstein decía sobre «el significado de una palabra...» vale también para el de una flexión verbal: «...es su uso en el lenguaje» (Investigaciones I, 43). No es que una forma indicativa (o subjuntiva o imperativa) hace algo, como una fórmula mágica cuando la pronuncia alguien (no importa si brujo, aprendiz o lego, ni si fue intencional o accidental). Lo que más bien sucede es que hacemos algo usando una forma verbal (o, más genéricamente, una pieza de nuestro «juego de lenguaje», consistente y convencional a la vez).
Interpretamos como reglas y excepciones (o regularidades e irregularidades) lo que en rigor son frecuencias de uso, algunas mayores que otras; no hay leyes, hay hábitos. La gramática obedece a la pragmática, no al revés; por eso hay más de un uso y varían. Si fuera al revés, habría un único e inmutable uso por expresión, como pasa con la fórmula mágica, que libera siempre los mismos poderes (usalos o dejalos).
No hay comentarios:
Publicar un comentario