Le cambié el título al ensayo. La idea es que las tres partes estén bajo el mismo título general (Diagramas de Venn e historietas) y cada parte tenga una numeración y su título específico: 1/3 El verbo SER, 2/3 El verbo ESTAR, 3/3 La diferencia entre SER y ESTAR.
Y además le cambié el final al ensayo: le modifiqué un poco el que era hasta ahora el último párrafo y le agregué tres más:
En ningún caso el verbo ser da la información de un cambio (→), sino sólo la de una igualdad (=), una pertenencia (∈) o una inclusión (⊂), más sus respectivas negaciones, y ya sea que cambien o permanezcan entre dos momentos dados. Para argumentarlo, tomemos como caso testigo el de un cambio de categorización.
Si digo que hasta el año pasado fui payaso y que ahora soy trapecista, doy a entender un cambio en lo que soy. Hay una secuencia de dos membresías diferentes, dos adscripciones: una a la clase de los payasos, otra a la clase de los trapecistas. Lo que me interesa señalar es que tales membresías son, en cada caso, la única información que porta el verbo ser. La información del cambio de una a otra no pertenece a la semántica misma del verbo, sino que la inferimos de los tiempos verbales usados y las circunstancias agregadas (si «fui» payaso, y lo fui «hasta el año pasado», quiere decir que ahora no soy; si «ahora» soy trapecista, quiere decir que antes no). Son flexiones y modificadores de ser; nada conceptual que le venga de fábrica, nada que ya esté en su infinitivo.
Opuestamente, la información del cambio de estado que sabemos entender de “La silla estaba recién pintada” (pasó de no estar así a estar así) corre por cuenta exclusiva del verbo estar, es propia de su semántica, más allá de accidentes gramaticales o de indicios circunstanciales, que sólo agregan precisiones a la información (la precisión modal de que el estado es real, la precisión temporal de que el estado es pasado, la precisión aspectual de que en su pasado está vigente, la precisión circunstancial de que en su pasado es reciente). Y la información del cambio de ubicación que sabemos entender de “El auto ya está en el garage” (pasó de no estar ahí a estar ahí) corre también por cuenta exclusiva del verbo estar.
Aquello que con ser categorizamos (¿qué es?), le definimos la categoría (¿qué es eso que es?), lo identificamos (¿cuál es?) y lo caracterizamos (¿cómo es?), con estar le narramos el cambio o la permanencia de su estado (¿cómo está?) o de su ubicación (¿dónde está?).
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