Agregué dos microensayos recién publicados y quité (para sumar a un ensayo en formación, "Futuro") lo que hasta hoy era la sección 3.1 de esta versión:
“Romance del enamorado y la muerte”, anónimo.
Cantan María Elena Walsh y Leda Valladares.
1.
Quizá nada te haga más feliz que eso que elegís hacer cuando te dan 1 hora de vida. Y si es lo mismo que cuando no hay plazo, más feliz aún.
— el Zambullista (@Zambullista) 31 de diciembre de 2016
G, psicóloga, me preguntó una vez qué haría si me quedase 1 hora de vida. "Pondría The Köln Concert, de Jarrett", dije. "Sos feliz", dedujo. https://t.co/ZmV0gBYfJr
— el Zambullista (@Zambullista) 3 de noviembre de 2016
Antes de concluir eso, repreguntó:
— el Zambullista (@Zambullista) 3 de noviembre de 2016
—¿Y si no?
—Escribiría.
—Harías lo que hacés.
Y de ahí dedujo que era feliz.
Habérmelo preguntado antes…
Sueño. Ojivas nucleares vienen hacia acá. Deseo esperar el fin abrazado a M, que vive con otro. Nunca antes eso había sido algo excluyente.
— el Zambullista (@Zambullista) 30 de diciembre de 2016
M:
— el Zambullista (@Zambullista) 31 de diciembre de 2016
—Hay sentimientos que no se bifurcan.
Mínimo, hay situaciones en que un sentimiento no se bifurca:
—¿Con quién pasás el fin del mundo?
Dejé de buscarla. Me puse triste. No tenía con quién cantarnos
— el Zambullista (@Zambullista) 30 de diciembre de 2016
?La muerte me anda buscando;
junto a ti, vida sería?
Blanca pudo escucharlo.
Hasta el amante de Blanca puede ser envidiable. Al menos llega a verla, se hablan amorosamente y por poco no muere aferrado a sus trenzas.
— el Zambullista (@Zambullista) 30 de diciembre de 2016
2.
No tuvo un final feliz como el bosque, Hansel y Gretel y la joven atada a las vías, que zafaron. Pero el final lo encontró feliz: enamorado.
— el Zambullista (@Zambullista) 1 de enero de 2017
La felicidad ideal tiene amor y no final: "…y fueron felices para siempre". El final feliz del sapo chamuyero inicia una perennidad de esas.
— el Zambullista (@Zambullista) 1 de enero de 2017
Del mandato de llegar virgen a un matrimonio indisoluble –como en los cuentos de hadas– a la libertad de ver adónde te lleva esto –en Loewe.
— el Zambullista (@Zambullista) 2 de enero de 2017
Ir de la certidumbre tranquilizadora del final feliz a la incertidumbre excitante del comienzo feliz es 🎵amar la trama más que el desenlace🎶
— el Zambullista (@Zambullista) 2 de enero de 2017
Cambio axiológico. El efecto de lo opuesto a la certidumbre no es el opuesto a su efecto: no intranquiliza; es uno ajeno a ese eje: excita.
— el Zambullista (@Zambullista) 2 de enero de 2017
La incertidumbre pasa de ser amenazante a ser prometedora cuando lo empezado pasa de tener un recorrido muy pautado a tener otro más libre.
— el Zambullista (@Zambullista) 2 de enero de 2017
2.1
Al enamorado lo revela más feliz la elección que hace que lo infeliz que lo deja no poder cumplirla. Más infeliz sería sin prisa ni impulso.
— el Zambullista (@Zambullista) 30 de diciembre de 2016
En rigor, el desenlace no lo deja infeliz a él, sino a sus espectadores empáticos. Con la muerte termina la ilusión de que trepaban con él.
— el Zambullista (@Zambullista) 1 de enero de 2017
Morir en el intento de ser feliz por última vez es anecdótico. Lo central es que el tipo tiene una felicidad a la que volver por última vez.
— el Zambullista (@Zambullista) 31 de diciembre de 2016
Y encima es una felicidad alta: están enamorados. Pero una menor –como escuchar Jarrett o escribir– no sería menos central, se frustre o no.
— el Zambullista (@Zambullista) 31 de diciembre de 2016
Una felicidad es episódica; ve el resultado: ¿cumplió su deseo? La otra es estructural: ¿tuvo un deseo a satisfacer o ya todo le daba igual?
— el Zambullista (@Zambullista) 31 de diciembre de 2016
Si no hay cuenta, mal puede haber resultado. Pero puede ser la cuenta de alguien motivado para seguir ("ejerciendo el placer") o para dejar.
— el Zambullista (@Zambullista) 31 de diciembre de 2016
Si desea dejar, agradece a la Muerte que lo venga a buscar y le evite romper el mandato de seguir, como Pacheco a Cara de Niño en "Epílogo".
— el Zambullista (@Zambullista) 31 de diciembre de 2016
3.
En una cuenta regresiva, como la de 1 hora agónica, no hay tiempo muerto ni tiempo que perder. Lo póstumo quiere compensarse con lo intenso.
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de enero de 2017
Y lo intenso puede ser visto como síntoma de lo póstumo. Otra M les contó estas ideas a sus amigas; pensaron que estaba por morirme de algo.
— el Zambullista (@Zambullista) 15 de enero de 2017
3.1
El impulso entusiasta traduce la atracción que un futuro ejerce, aun uno agónico:
— el Zambullista (@Zambullista) 31 de diciembre de 2016
"…con el último deseo
se ha dicho el miedo a morir antes".
El entusiasmo no es una efervescencia actual, aun si la hay; es un estado de expectativa gozosa: hay algo futuro que me atrae y me intriga.
— el Zambullista (@Zambullista) 27 de agosto de 2016
La dirección para comparar tu ahora es futura: estés mejor o peor que antes, lo feliz que seas pende de lo feliz que preveas o esperes ser.
— el Zambullista (@Zambullista) 24 de diciembre de 2016
No es lo gozado o lo sufrido (pasado) lo que puede hacerte feliz o infeliz, sino la esperanza o el temor (presente) de repetirlo (futuro).
— el Zambullista (@Zambullista) 20 de enero de 2017
El ensayo ahora se ve así (no vuelvo a copiar los epígrafes de video y de audio):
1.
Quizá nada te haga más feliz que eso que elegís hacer cuando te dan 1 hora de vida. Y si es lo mismo que cuando no hay plazo, más feliz aún.
— el Zambullista (@Zambullista) 31 de diciembre de 2016
G, psicóloga, me preguntó una vez qué haría si me quedase 1 hora de vida. "Pondría The Köln Concert, de Jarrett", dije. "Sos feliz", dedujo. https://t.co/ZmV0gBYfJr
— el Zambullista (@Zambullista) 3 de noviembre de 2016
Antes de concluir eso, repreguntó:
— el Zambullista (@Zambullista) 3 de noviembre de 2016
—¿Y si no?
—Escribiría.
—Harías lo que hacés.
Y de ahí dedujo que era feliz.
Habérmelo preguntado antes…
Sueño. Ojivas nucleares vienen hacia acá. Deseo esperar el fin abrazado a M, que vive con otro. Nunca antes eso había sido algo excluyente.
— el Zambullista (@Zambullista) 30 de diciembre de 2016
M:
— el Zambullista (@Zambullista) 31 de diciembre de 2016
—Hay sentimientos que no se bifurcan.
Mínimo, hay situaciones en que un sentimiento no se bifurca:
—¿Con quién pasás el fin del mundo?
Dejé de buscarla. Me puse triste. No tenía con quién cantarnos
— el Zambullista (@Zambullista) 30 de diciembre de 2016
?La muerte me anda buscando;
junto a ti, vida sería?
Blanca pudo escucharlo.
Hasta el amante de Blanca puede ser envidiable. Al menos llega a verla, se hablan amorosamente y por poco no muere aferrado a sus trenzas.
— el Zambullista (@Zambullista) 30 de diciembre de 2016
2.
No tuvo un final feliz como el bosque, Hansel y Gretel y la joven atada a las vías, que zafaron. Pero el final lo encontró feliz: enamorado.
— el Zambullista (@Zambullista) 1 de enero de 2017
La felicidad ideal tiene amor y no final: "…y fueron felices para siempre". El final feliz del sapo chamuyero inicia una perennidad de esas.
— el Zambullista (@Zambullista) 1 de enero de 2017
Del mandato de llegar virgen a un matrimonio indisoluble –como en los cuentos de hadas– a la libertad de ver adónde te lleva esto –en Loewe.
— el Zambullista (@Zambullista) 2 de enero de 2017
Ir de la certidumbre tranquilizadora del final feliz a la incertidumbre excitante del comienzo feliz es 🎵amar la trama más que el desenlace🎶
— el Zambullista (@Zambullista) 2 de enero de 2017
Cambio axiológico. El efecto de lo opuesto a la certidumbre no es el opuesto a su efecto: no intranquiliza; es uno ajeno a ese eje: excita.
— el Zambullista (@Zambullista) 2 de enero de 2017
La incertidumbre pasa de ser amenazante a ser prometedora cuando lo empezado pasa de tener un recorrido muy pautado a tener otro más libre.
— el Zambullista (@Zambullista) 2 de enero de 2017
2.1
Al enamorado lo revela más feliz la elección que hace que lo infeliz que lo deja no poder cumplirla. Más infeliz sería sin prisa ni impulso.
— el Zambullista (@Zambullista) 30 de diciembre de 2016
En rigor, el desenlace no lo deja infeliz a él, sino a sus espectadores empáticos. Con la muerte termina la ilusión de que trepaban con él.
— el Zambullista (@Zambullista) 1 de enero de 2017
Morir en el intento de ser feliz por última vez es anecdótico. Lo central es que el tipo tiene una felicidad a la que volver por última vez.
— el Zambullista (@Zambullista) 31 de diciembre de 2016
Y encima es una felicidad alta: están enamorados. Pero una menor –como escuchar Jarrett o escribir– no sería menos central, se frustre o no.
— el Zambullista (@Zambullista) 31 de diciembre de 2016
En rigor, tampoco sería menor. La felicidad no es un rasgo de cosas o haceres, sino el efecto de tu relación con eso –mayor cuanto más alta.
— el Zambullista (@Zambullista) 20 de enero de 2017
El juego en el que podés ser muy feliz puede serle indiferente o desagradable a otra persona. Una moral felicista dicta a qué hay que jugar.
— el Zambullista (@Zambullista) 20 de enero de 2017
Una felicidad es episódica; ve el resultado: ¿cumplió su deseo? La otra es estructural: ¿tuvo un deseo a satisfacer o ya todo le daba igual?
— el Zambullista (@Zambullista) 31 de diciembre de 2016
Si no hay cuenta, mal puede haber resultado. Pero puede ser la cuenta de alguien motivado para seguir ("ejerciendo el placer") o para dejar.
— el Zambullista (@Zambullista) 31 de diciembre de 2016
Si desea dejar, agradece a la Muerte que lo venga a buscar y le evite romper el mandato de seguir, como Pacheco a Cara de Niño en "Epílogo".
— el Zambullista (@Zambullista) 31 de diciembre de 2016
3.
En una cuenta regresiva, como la de 1 hora agónica, no hay tiempo muerto ni tiempo que perder. Lo póstumo quiere compensarse con lo intenso.
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de enero de 2017
Y lo intenso puede ser visto como síntoma de lo póstumo. Otra M les contó estas ideas a sus amigas; pensaron que estaba por morirme de algo.
— el Zambullista (@Zambullista) 15 de enero de 2017
El impulso entusiasta traduce la atracción que un futuro ejerce, aun uno agónico:
— el Zambullista (@Zambullista) 31 de diciembre de 2016
"…con el último deseo
se ha dicho el miedo a morir antes".
No hay comentarios:
Publicar un comentario