Agregué nuevos microensayos y rediseñé las secciones. Hasta recién se veía así:
1.
Turismo Coleridge: un hombre despierta con una flor en la mano; se la dieron en el sueño, "como prueba de que había estado" en el Paraíso.
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
No sería menos extraordinaria esa flor si en vez de venir del Paraíso viniera de cualquier otra locación onírica. Fuerte es el contrabando.
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
El pasado es tan impresentable como el sueño, pero deja contrabandear cosas. Las llamamos "recuerdo de". Una caña del Huechulafquen, por ej.
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
Y también funcionan como una prueba de haber estado ahí. Mejor: de que ese pasado (lo que rodeaba a la caña) no se fue del todo. Algo queda.
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
Un souvenir evocador da la ilusión de revivir eso. "Alguien logró estar ahí", diría Kafka.https://t.co/oPAv4OfIMChttps://t.co/Fb2IIqcnlk
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
"Alguien tiene que estar ahí". Los recuerdos engarzan hitos en el tiempo; los vigías, en el espacio: longitud temporal y territorio actual.
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
La trama de esa identidad está hecha de "un ejército, un pueblo" que duerme y vigías que velan; su historial, de recuerdos que despiertan.
— el Zambullista (@Zambullista) 19 de mayo de 2016
A los recuerdos los despiertan los souvenires, que les toman el nombre. Si ya no los despiertan, son como llaves de cerraduras cambiadas.
— el Zambullista (@Zambullista) 19 de mayo de 2016
Llaves y evocadores que se vuelven inútiles para lo que se hicieron quedan vacíos de su 1° sentido y disponibles para recibir otros encima.
— el Zambullista (@Zambullista) 19 de mayo de 2016
Alguien que viera corta toda longitud temporal vería reciente lo remoto. Y vemos remoto lo reciente bajo los efectos de una alta intensidad.
— el Zambullista (@Zambullista) 19 de mayo de 2016
Esto no hace baja la intensidad de quien ve reciente lo remoto. No puede ser baja, si (man)tiene presente lo que se aleja en el tiempo.
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de mayo de 2016
2.
Para X, toda distancia temporal es corta. Todo ocurrió recién o ayer o el otro día. La recientez permanente se enrarece con el tiempo.
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
El tiempo, que amarillea el papel, enrarece la blancura permanente del liquid paper y la juventud de Mirtha Legrand.https://t.co/bVDElLso4L
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
Para L. Shelby (Memento), que pierde cada pocos minutos lo retenido, todo es nuevo cada vez. Para X, que no olvida, nada es viejo o remoto.
— el Zambullista (@Zambullista) 16 de mayo de 2016
Quizá X aún no supo tomar distancia de lo antiguo y perdido, lo irrecuperable. Del acampe a orillas del Huechulafquen sólo quedó una caña.
— el Zambullista (@Zambullista) 16 de mayo de 2016
"Lo pasado es pisado" tiene un ánimo de desconexión que un recuerdo no tiene. De ahí quizá que su impulso sea tirar recuerdos, desprenderse.
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
Un recuerdo es conexión con una vivencia o no es recuerdo. El impulso inverso es a conservarlos todos frescos, con las conexiones vigentes.
— el Zambullista (@Zambullista) 16 de mayo de 2016
La memoria es el museo de un mundo perdido. Y un museo interactivo vivencial: elige tu propia aventura nostálgica. pic.twitter.com/VmXtH8rNZh
— el Zambullista (@Zambullista) 16 de mayo de 2016
X no ansía volver al pasado. Niega que se le hayan ido los presentes que deseó salvar. O que se hayan ido muy lejos, donde no se vivencian.
— el Zambullista (@Zambullista) 16 de mayo de 2016
—Yo no lo perdí. Lo tengo acá, a mano, reciente.
— el Zambullista (@Zambullista) 16 de mayo de 2016
—Intentá agarrarlo.
—Está disponible.
—Ponelo a prueba.
—¿Para?
—Si ya no está, dejalo ir.
Ahora se ve así:
1.
Turismo Coleridge: un hombre despierta con una flor en la mano; se la dieron en el sueño, "como prueba de que había estado" en el Paraíso.
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
No sería menos extraordinaria esa flor si en vez de venir del Paraíso viniera de cualquier otra locación onírica. Fuerte es el contrabando.
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
El pasado es tan impresentable como el sueño, pero deja contrabandear cosas. Las llamamos "recuerdo de". Una caña del Huechulafquen, por ej.
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
Y también funcionan como una prueba de haber estado ahí. Mejor: de que ese pasado (lo que rodeaba a la caña) no se fue del todo. Algo queda.
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
La caña colihue, que es real, no me transporta al pasado como se transporta la flor de Coleridge, que es literaria, del sueño a la realidad.
— el Zambullista (@Zambullista) 25 de mayo de 2016
Es COMO SI me transportara a ese momento. La ilusión del viaje es un sucedáneo del viaje, que es tan imposible como el de la flor a la cama.
— el Zambullista (@Zambullista) 25 de mayo de 2016
1.1
Un souvenir evocador da la ilusión de revivir eso. "Alguien logró estar ahí", diría Kafka.https://t.co/oPAv4OfIMChttps://t.co/Fb2IIqcnlk
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
"Alguien tiene que estar ahí". Los recuerdos engarzan hitos en el tiempo; los vigías, en el espacio: longitud temporal y territorio actual.
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
La trama de esa identidad está hecha de "un ejército, un pueblo" que duerme y vigías que velan; su historial, de recuerdos que despiertan.
— el Zambullista (@Zambullista) 19 de mayo de 2016
A los recuerdos los despiertan los souvenires, que les toman el nombre. Si ya no los despiertan, son como llaves de cerraduras cambiadas.
— el Zambullista (@Zambullista) 19 de mayo de 2016
Llaves y evocadores que se vuelven inútiles para lo que se hicieron quedan vacíos de su 1° sentido y disponibles para recibir otros encima.
— el Zambullista (@Zambullista) 19 de mayo de 2016
1.2
Nadie elige recordar lo que sufrió; si lo recuerda es a su pesar. Un souvenir es una elección; siempre convoca a una felicidad archivada.
— el Zambullista (@Zambullista) 25 de mayo de 2016
Siempre responde la última que volvió de la convocatoria anterior. Como sea, cuando el souvenir surte efecto experimentás cierto bienestar.
— el Zambullista (@Zambullista) 25 de mayo de 2016
Por ejemplo, la sensación de volver a ser –o la de seguir siendo– ese que en el Huechulafquen dibujó un dado irreconocible (6 caras tiene).
— el Zambullista (@Zambullista) 25 de mayo de 2016
La felicidad se edita junto con el recuerdo. Como en una película hay banda sonora, en una memoria hay banda emocional: "Huechulafquen.emo".
— el Zambullista (@Zambullista) 25 de mayo de 2016
La memoria edita el recuerdo para hacerlo más hospitalario de lo que fue la experiencia que fluía. La 1ª edición es delimitarla.
— el Zambullista (@Zambullista) 25 de mayo de 2016
—Y…¡corten!
Todo recuerdo tiene algo que su experiencia no tuvo: la certeza del resultado. Esa incertidumbre de menos es una edición de mínima, básica.
— el Zambullista (@Zambullista) 25 de mayo de 2016
2.
Alguien que viera corta toda longitud temporal vería reciente lo remoto. Y vemos remoto lo reciente bajo los efectos de una alta intensidad.
— el Zambullista (@Zambullista) 19 de mayo de 2016
Esto no hace baja la intensidad de quien ve reciente lo remoto. No puede ser baja, si (man)tiene presente lo que se aleja en el tiempo.
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de mayo de 2016
Para X, toda distancia temporal es corta. Todo ocurrió recién o ayer o el otro día. La recientez permanente se enrarece con el tiempo.
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
El tiempo, que amarillea el papel, enrarece la blancura permanente del liquid paper y la juventud de Mirtha Legrand.https://t.co/bVDElLso4L
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
Para L. Shelby (Memento), que pierde cada pocos minutos lo retenido, todo es nuevo cada vez. Para X, que no olvida, nada es viejo o remoto.
— el Zambullista (@Zambullista) 16 de mayo de 2016
No porque no olvide (lo necesario no es suficiente), sino porque todo en su memoria tiene el cartel de RECIÉN PINTADO. X se mancha siempre.
— el Zambullista (@Zambullista) 25 de mayo de 2016
Quizá X aún no supo tomar distancia de lo antiguo y perdido, lo irrecuperable. Del acampe a orillas del Huechulafquen sólo quedó una caña.
— el Zambullista (@Zambullista) 16 de mayo de 2016
2.1
"Lo pasado es pisado" tiene un ánimo de desconexión que un recuerdo no tiene. De ahí quizá que su impulso sea tirar recuerdos, desprenderse.
— el Zambullista (@Zambullista) 14 de mayo de 2016
Un recuerdo es conexión con una vivencia o no es recuerdo. El impulso inverso es a conservarlos todos frescos, con las conexiones vigentes.
— el Zambullista (@Zambullista) 16 de mayo de 2016
La memoria es el museo de un mundo perdido. Y un museo interactivo vivencial: elige tu propia aventura nostálgica. pic.twitter.com/VmXtH8rNZh
— el Zambullista (@Zambullista) 16 de mayo de 2016
X no ansía volver al pasado. Niega que se le hayan ido los presentes que deseó salvar. O que se hayan ido muy lejos, donde no se vivencian.
— el Zambullista (@Zambullista) 16 de mayo de 2016
—Yo no lo perdí. Lo tengo acá, a mano, reciente.
— el Zambullista (@Zambullista) 16 de mayo de 2016
—Intentá agarrarlo.
—Está disponible.
—Ponelo a prueba.
—¿Para?
—Si ya no está, dejalo ir.
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