Esta fue la primera versión, la que publiqué ayer (la 0.0.0):
The cure, “At night”. Live 30-11-92, Olympia Grand Hall, Londres.
1.
"Alguien tiene que estar ahí" no sólo para velar; también para hacer contacto y volver a desmentir el aislamiento. pic.twitter.com/ua76kNGMRE
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de mayo de 2016
Son vigías en el abismo de la noche y a nivel del suelo, no en lo alto de una torre y a la luz del día. Precisan hacer contacto muy seguido.
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de mayo de 2016La frecuencia con que la línea se traza de tizón en tizón resulta de una tensión entre la necesidad de chequear y el riesgo de exponerse.
— el Zambullista (@Zambullista) 23 de mayo de 2016
No vemos la amenaza que hace necesario que alguien esté ahí velando, abismado en la noche. La inferimos de la vigilancia, que sí vemos.
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de mayo de 2016
Estar abismado en la noche, que es una desventaja para vigilar, se iguala a estarlo en una reflexión, que pide y lleva a sustraerse de todo.
— el Zambullista (@Zambullista) 23 de mayo de 2016
Abismados en la noche se vuelven más vulnerables: lo amenazante está detrás de lo oscuro, que está tan cerca y es tan ubicuo que los rodea.
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de mayo de 2016
La única acción del cuento, donde un vigía agita un tizón y encuentra al más próximo, consiste en perforar esa oscuridad y tranquilizarse.
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de mayo de 2016
La amenaza sería mayor si fuese desconocida. Pero hay un historial que rodea esa vez, antes y después. Lo conocen en persona o por relatos.
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de mayo de 2016
Hay un historial. Lo sabemos porque ese "número incalculable de seres humanos" "se ha reunido, como una vez aquel entonces, y como después".
— el Zambullista (@Zambullista) 20 de mayo de 2016
2.
Pese al tamaño reunido, no hay seguridad ni comodidades. "Alguien tiene que velar" para que los otros duerman "respirando tranquilamente".
— el Zambullista (@Zambullista) 21 de mayo de 2016
Fantasean con las comodidades y la seguridad que no tienen. Pero "una pequeña comedia, un inocente autoengaño" da paso a una realidad cruda.
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de mayo de 2016
Lo que tampoco hay es estabilidad ni familiaridad: la errancia y la intemperie las niegan. Hay un ejército que acampa en un paraje desierto.
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de mayo de 2016
No está claro si el "paraje desierto" es un punto de encuentro o una pausa en la marcha. Como sea, los vigías son la única línea de defensa.
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de mayo de 2016
La única al momento de venirse el ataque (si lo anticipo) o impactar (si no). El duelo es entre su tiempo y el de reacción de los dormidos.
— el Zambullista (@Zambullista) 23 de mayo de 2016
El lugar, la hora y el clima son hostiles. La falta de señales es una señal: si el otro no responde, la línea pudo haberse cortado por ahí.
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de mayo de 2016
La falta de señales es (alg)una señal, no 1; el tema es saber cuál o acertar al apostar por una. ¿Y si el otro vigía sólo se quedó dormido?
— el Zambullista (@Zambullista) 23 de mayo de 2016
¿Cuánto esperar hasta dar la alerta que despertará a todos? Si el ataque existe, seré culpable de tardar por dudar; si no, de precipitarme.
— el Zambullista (@Zambullista) 23 de mayo de 2016
Lo tranquilizante que tiene que el otro responda es que te ahorra toda esta pensadera. La línea funciona; no hay nada que decidir por ahora.
— el Zambullista (@Zambullista) 23 de mayo de 2016
Esta es la que quedó con los microensayos que le agregué (publicados entre la noche de ayer y la madrugada de hoy):
The cure, “At night”. Live 30-11-92, Olympia Grand Hall, Londres.
1.
"Alguien tiene que estar ahí" no sólo para velar; también para hacer contacto y volver a desmentir el aislamiento. pic.twitter.com/ua76kNGMRE
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de mayo de 2016
Son vigías en el abismo de la noche y a nivel del suelo, no en lo alto de una torre y a la luz del día. Precisan hacer contacto muy seguido.
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de mayo de 2016La frecuencia con que la línea se traza de tizón en tizón resulta de una tensión entre la necesidad de chequear y el riesgo de exponerse.
— el Zambullista (@Zambullista) 23 de mayo de 2016
No vemos la amenaza que hace necesario que alguien esté ahí velando, abismado en la noche. La inferimos de la vigilancia, que sí vemos.
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de mayo de 2016
Estar abismado en la noche, que es una desventaja para vigilar, se iguala a estarlo en una reflexión, que pide y lleva a sustraerse de todo.
— el Zambullista (@Zambullista) 23 de mayo de 2016
Abismados en la noche se vuelven más vulnerables: lo amenazante está detrás de lo oscuro, que está tan cerca y es tan ubicuo que los rodea.
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de mayo de 2016
La única acción del cuento, donde un vigía agita un tizón y encuentra al más próximo, consiste en perforar esa oscuridad y tranquilizarse.
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de mayo de 2016
La amenaza sería mayor si fuese desconocida. Pero hay un historial que rodea esa vez, antes y después. Lo conocen en persona o por relatos.
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de mayo de 2016
Hay un historial. Lo sabemos porque ese "número incalculable de seres humanos" "se ha reunido, como una vez aquel entonces, y como después".
— el Zambullista (@Zambullista) 20 de mayo de 2016
2.
Pese al tamaño reunido, no hay seguridad ni comodidades. "Alguien tiene que velar" para que los otros duerman "respirando tranquilamente".
— el Zambullista (@Zambullista) 21 de mayo de 2016
Fantasean con las comodidades y la seguridad que no tienen. Pero "una pequeña comedia, un inocente autoengaño" da paso a una realidad cruda.
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de mayo de 2016
En "De noche" se le habla a un vigía. En "At night" el vigía le habla a un TÚ que duerme segur@, cómod@ y ajen@ a todo, como fantasean allá.
— el Zambullista (@Zambullista) 24 de mayo de 2016
Lo que tampoco hay es estabilidad ni familiaridad: la errancia y la intemperie las niegan. Hay un ejército que acampa en un paraje desierto.
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de mayo de 2016
3.
No está claro si el "paraje desierto" es un punto de encuentro o una pausa en la marcha. Como sea, los vigías son la única línea de defensa.
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de mayo de 2016
La única al momento de venirse el ataque (si lo anticipo) o impactar (si no). El duelo es entre su tiempo y el de reacción de los dormidos.
— el Zambullista (@Zambullista) 23 de mayo de 2016
En "un número incalculable de seres humanos", un ataque impacta como el de un entusiasmo breve (aka zambullida) y su pequeña turbulencia.
— el Zambullista (@Zambullista) 24 de mayo de 2016
En esa enormidad acampante siempre habrá más dormidos que despertados por un ataque, si la zona de impacto resulta ser un borde ínfimo.
— el Zambullista (@Zambullista) 24 de mayo de 2016
La zona de impacto en esa multitud incalculable es reducida como turbulencia de zambullida en ciénaga infinita. Fuera de ahí aún se duerme.
— el Zambullista (@Zambullista) 24 de mayo de 2016
La ola de alerta se apaga cuando los afectados más directos contrarrestan el ataque y no necesitan despertar a nadie más. Y aún es el borde.
— el Zambullista (@Zambullista) 24 de mayo de 2016
4.
El lugar, la hora y el clima son hostiles. La falta de señales es una señal: si el otro no responde, la línea pudo haberse cortado por ahí.
— el Zambullista (@Zambullista) 22 de mayo de 2016
La falta de señales es (alg)una señal, no 1; el tema es saber cuál o acertar al apostar por una. ¿Y si el otro vigía sólo se quedó dormido?
— el Zambullista (@Zambullista) 23 de mayo de 2016
¿Cuánto esperar hasta dar la alerta que despertará a todos? Si el ataque existe, seré culpable de tardar por dudar; si no, de precipitarme.
— el Zambullista (@Zambullista) 23 de mayo de 2016
Lo tranquilizante que tiene que el otro responda es que te ahorra toda esta pensadera. La línea funciona; no hay nada que decidir por ahora.
— el Zambullista (@Zambullista) 23 de mayo de 2016
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