Acabo de hacer el enganche que faltaba, entre la sección 5 y la 6, como le cuadra a un popurrí. Le agregué esto al final de la sección 5 Recomprensiones:
En la alegoría de la caverna de Platón, una luz a nuestras espaldas hace que se proyecten sobre la pared que tenemos en frente sombras que tomamos por seres autónomos. El desengaño de quien se libera de los grilletes y ve la luz y el juego de sombras (es decir, del que accede a una instancia más abarcadora y comprensiva, desde donde los fenómenos y participantes de la instancia abarcada se resignifican) es paralelo a la “revelación” de “la verdadera unidad de las transformaciones de Moebius”, que se producen “mediante el movimiento en la dimensión siguiente”.
Pasando a la D3, elevándonos en la 3ª perpendicular, el plano cuadrillé se revela como la proyección de lo estampado en la superficie de una esfera iluminada cenitalmente, y “aun las más complicadas transformaciones de Moebius se revelan como simples movimientos de la esfera”. Y la luz se hizo (o se nos prendió la lamparita).
Sin esa clave (n+1)dimensional, “una transformación de Moebius puede ser una complicada combinación de los 4 efectos” (traslaciones, dilataciones, rotaciones e inversiones –en las que el plano se vuelve hacia dentro de sí, el muy introspectivo). Sin esa clave, hay un conocimiento desmembrado del fenómeno, en vez de una comprensión de su unidad (en tanto repertorio de movimientos de la esfera, que simplemente se desplaza conservando el eje vertical, sube y baja por él, gira sobre él y rota sobre ejes horizontales).
El punto de vista para comprender la dimensión n está en la dimensión n+1. Desde la propia dimensión n donde se manifiestan los efectos de lo que ocurre en n+1, lo que se ve –si se ve– es una novedad incomprensible: en la D2, por caso, registramos y entendemos lo que es largo y lo que es ancho; lo “alto” o lo “profundo” nos es ajeno, nos resulta ininteligible, o al menos invisualizable. Demasiada novedad.
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