Ayer o anteayer le hice otros cambios importantes al ensayo. Hasta ahí se veía así:
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5.
Ese ALGO que habla de ellas no son ellas: es un enunciado (hecho de palabras, hechas de letras). Están a 2 grados de ser autorreferenciales.
— el Zambullista (@Zambullista) febrero 4, 2016
No voy a negar que están cerca. Pero no en el punto que las habilitaría a usar el "auto-" y coronar como sujeto y objeto de la referencia.
— el Zambullista (@Zambullista) febrero 4, 2016
Mirá si una lectura de labios (?) nos revela que están diciendo eso mismo que contribuyen a decir agrupándose en palabras que arman frases.
— el Zambullista (@Zambullista) febrero 4, 2016
O que están haciendo el sonido que les tocó (los números, no). Todas las A suenan a la vez y en loop. Y a la vez lo hacen las otras letras.
— el Zambullista (@Zambullista) febrero 5, 2016
Todas "sonando" juntas hacen un acorde de 11 L, 22 A, 7 S, 10 E, 2 T, 9 R, 3 H, 6 B, 6 N, 5 O, 2 P, 3 D, 5 U, 1 V, 3 G, 3 I, 1 F, 2 M y 2 Q.
— el Zambullista (@Zambullista) febrero 5, 2016
Si formaran una melodía (si sonaran en el orden en que están), oiríamos las frases como en un software de lectura, pero con infinitos ecos.
— el Zambullista (@Zambullista) febrero 5, 2016
Si las letras dicen en loop lo que dice el enunciado del que participan, son autorreferenciales por ese decir, no por esta participación.
— el Zambullista (@Zambullista) febrero 5, 2016
Son autorreferenciales animismo parlante mediante. Si hablan, pueden hablar de sí: ser sujeto y objeto. Y si no, sólo son piezas para armar.
— el Zambullista (@Zambullista) febrero 5, 2016
6.
Habrá quienes ordenen sus asombros de menor a mayor yendo del 1 al 4 y quienes lo hagan yendo del 4 al 1 y quienes mezclando. Yo ya dije.
— el Zambullista (@Zambullista) febrero 4, 2016
Sean o no mayores, al asombro de que las letras hablen le sigue –en mí– el de cuánto, al que le sigue el de cómo, seguido por haciendo qué.
— el Zambullista (@Zambullista) febrero 4, 2016
El orden puede variar, pero el 1º parece fijo: cuando te habituás a que las letras hablan, te asombran circunstancias: cuánto, cómo, de qué…
— el Zambullista (@Zambullista) febrero 4, 2016
Los picos de efecto de los asombros no coexisten. Te asombra 1º el fenómeno; luego, su magnitud alta, su modo mudo o su movida autoalusiva.
— el Zambullista (@Zambullista) febrero 5, 2016
Ahora se ve así:
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5.
Ese ALGO que habla de ellas no son ellas: es un enunciado (hecho de palabras, hechas de letras). Están a 2 grados de ser autorreferenciales.
— el Zambullista (@Zambullista) febrero 4, 2016
No voy a negar que están cerca. Pero no en el punto que las habilitaría a usar el "auto-" y coronar como sujeto y objeto de la referencia.
— el Zambullista (@Zambullista) febrero 4, 2016
Mirá si una lectura de labios (?) nos revela que están diciendo eso mismo que contribuyen a decir agrupándose en palabras que arman frases.
— el Zambullista (@Zambullista) febrero 4, 2016
O que están haciendo el sonido que les tocó (los números, no). Todas las A suenan a la vez y en loop. Y a la vez lo hacen las otras letras.
— el Zambullista (@Zambullista) febrero 5, 2016
Todas "sonando" juntas hacen un acorde de 11 L, 22 A, 7 S, 10 E, 2 T, 9 R, 3 H, 6 B, 6 N, 5 O, 2 P, 3 D, 5 U, 1 V, 3 G, 3 I, 1 F, 2 M y 2 Q.
— el Zambullista (@Zambullista) febrero 5, 2016
Si formaran una melodía (si sonaran en el orden en que están), oiríamos las frases como en un software de lectura, pero con infinitos ecos.
— el Zambullista (@Zambullista) febrero 5, 2016
Si las letras dicen en loop lo que dice el enunciado del que participan, son autorreferenciales por ese decir, no por esta participación.
— el Zambullista (@Zambullista) febrero 5, 2016
Son autorreferenciales animismo parlante mediante. Si hablan, pueden hablar de sí: ser sujeto y objeto. Y si no, sólo son piezas para armar.
— el Zambullista (@Zambullista) febrero 5, 2016
6.
Habrá quienes ordenen sus asombros de menor a mayor yendo del 1 al 4 y quienes lo hagan yendo del 4 al 1 y quienes mezclando. Yo ya dije.
— el Zambullista (@Zambullista) febrero 4, 2016
Sean o no mayores, al asombro de que las letras hablen le sigue –en mí– el de cuánto, al que le sigue el de cómo, seguido por haciendo qué.
— el Zambullista (@Zambullista) febrero 4, 2016
El orden puede variar, pero el 1º parece fijo: cuando te habituás a que las letras hablan, te asombran circunstancias: cuánto, cómo, de qué…
— el Zambullista (@Zambullista) febrero 4, 2016
Los picos de efecto de los asombros no coexisten. Te asombra 1º el fenómeno; luego, su magnitud alta, su modo mudo o su movida autoalusiva.
— el Zambullista (@Zambullista) febrero 5, 2016
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