Acabo de agregarle al ensayo este final, en formato de acotación:
Es como una licencia poética hablar ahí de revocación, cuando lo que en verdad hubo fue un enterarse X de que nunca se había producido el corte que dio por hecho durante un buen trecho lleno de dichos. Que ese súbito desengaño suscite una sensación similar a la que se tendría si se hubiera revocado un hecho, no quiere decir que se haya revocado un hecho; sigue siendo lo más sensato ver ahí a uno que se anoticia tarde de otro hecho, como fue el corte de la comunicación antes del corte de la relación: sólo para X hubo un corte de la relación; luego, sólo para X la desmentida pudo saber a revocación de ese corte.
Los efectos simbólicos se pueden anular; las acciones, deshacer. Sus colegas físicos son inmunes al Ctrl+Z. Pero sólo desde la subjetividad engañable de X su caso puede ejemplificar la fragilidad revocatoria de los eventos simbólicos. X sufrió la ilusión de haber cerrado la relación y la ilusión de su revocación, antes de llegar a la visión o comprensión de que seguía estando con Z y de que nunca había dejado de estar con ella durante la charla (aunque la sensación fuera de haber vuelto a estar) y de que hacía mucho que había dejado de ser una charla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario