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lunes, 5 de agosto de 2013

Naturalezas 003 (3.0.0)


Esta tarde hice nuevos cambios de importancia. El mayor acaso sea el haber incorporado la otrora sección 4.2 (ahora secciones 5 y 5.1) al cuerpo del ensayo, en lugar de dejarla oculta en el bloque que se abría haciendo click en el asterisco de la última frase de la sección 4.1, como figura en la versión anterior (que antes terminaba en "...que ahí encuentra su sentido" y ahora en "...que ahí encuentra su sentido y justificación"). La incorporación la decidí luego de agregarle a la sección el que ahora es su último párrafo (también le agregué un anuncio al inicio del primero: "Para terminar, sigamos con Borges"):
Ni las cosas ni las plantas ni los animales tienen una «teleología individual» (es decir, están llamados a cumplir una misión, un propósito, una finalidad) ni participan en roles protagónicos de «un orden secreto» del universo, simplemente porque no practican el prodigio de darse un alma y confundirse con la divinidad. Esa diferencia entre naturalezas, unas desalmadas y otras divinamente emparentadas, decide si una existencia ha de tener un destino y, con él, un sentido –o sea, una trascendencia de sí– o si sólo será un tautológico existir.
Otro cambio importante fue el agregado de todo un párrafo luego del segundo de la sección 2.2 y la modificación del siguiente, que sigue siendo el último. Reponiendo el final del párrafo previo, antes se veía así:
[...] A ninguno de estos émulos la obediencia a los dictados de su naturaleza le cuesta la vida (a Fergus, sobre el final de la película, al menos le cuesta la libertad, pero todavía no es lo mismo).
Así, en esta fábula la caricatura de la naturaleza tiene una fuerza superior a la de la lógica de una conveniencia, incluso la que nos permite sobrevivir. Lo digo de nuevo: la naturaleza, si es necesario, puede ser ilógica, aun si le cuesta a su portador la identidad que la soporta. Esta naturaleza hiperbolizada, llevada al absurdo, tiene de fuerte lo que no tiene de sabia, o sea, es arbitrariamente autoritaria: tiránica.

Ahora se ve así:
[...] A ninguno de estos émulos la obediencia a los dictados de su naturaleza le cuesta la vida (a Fergus, sobre el final de la película, al menos le cuesta la libertad, pero todavía no es lo mismo).
Si, a pesar de esa distancia insalvable, la fábula sigue siendo la más socorrida para justificar una conducta irracional o inconveniente, tal vez sea porque en ninguna otra la naturaleza tenga una fuerza tan ciega, al punto de resultar caricaturesca. O al punto de provocar una ilusión intelectiva, donde lo ilógico de una obediencia suicida queda tapado por el esplendor del poder que la exige.
Redundo. En esta fábula, la caricatura de la naturaleza tiene una fuerza superior a la de la lógica de la mayor conveniencia, la que le permite sobrevivir junto con nosotros (la naturaleza es como un virus: fuera de su anfitrión, no tiene fuerza ni vida). Lo digo de nuevo: la naturaleza, si es necesario, puede ser ilógica, aun si le cuesta a su portador la identidad que la soporta. Esta naturaleza hiperbolizada, llevada al absurdo, tiene de fuerte lo que no tiene de sabia, o sea, es arbitrariamente autoritaria: tiránica.
También cambié levemente (aunque con agregado de una foto linkeada) el comienzo del tercer párrafo de la parte 4.1; antes decía esto:
“Serás lo que debas ser o no serás nada”, se le atribuye a José de San Martín. Otro acceso a la nada...
Ahora dice esto:
“Serás lo que debas ser o no serás nada”, se dice que dijo José de San Martín, y Evita lo adaptó al peronismo. Otro acceso a la nada se consuma...
Hoy también incluí el ensayo en el Libro 7, Creer y hacer creer.

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