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martes, 8 de enero de 2013

Duda 009 (4.2.0)


Entre anteayer y recién hice cambios acotados desde la sección 3.5.1, pero de importancia apreciable. Lo que había es lo que se puede leer en la versión anterior. Lo que quedó es esto:
3.5.1

Las miradas que cruzan son las primeras que no pertenecen a la situación de cacerías cruzadas. Lo que cada uno venía haciendo se suspende para volverse objeto de observación de los otros; los tres observan y los tres son observados, dudando primero y observando después. El desconcierto con que se miran (perplejidad recargada) es una emoción que se tiene fuera de la situación, observando la situación, constatando cada uno que no fue el único en detenerse, viéndose múltiplemente identificado. El nuevo dilema de si se saldrá o no del hueco es un meta-dilema, un dilema surgido de reflexionar sobre lo que se experimenta (o sea, sobre los dilemas en curso) y de advertir su simultaneidad de efectos.

Así es como el cuento nos pone a pensar en seis continuaciones, mientras hace entrar por arriba (topología del meta-X) una séptima inesperada: el estancamiento en los dilemas que parecían discurrir con fluidez hacia un lado.
Un nuevo nudo tiene lugar con la parálisis universal causada por la duda, y es su desatarse el que termina importando. Uno de los tres dilemas objeto se resolverá, pero ya no como un fin en sí mismo, sino como un medio para resolver otro, el que traba a la vida en su totalidad. Pasa de ser la meta de una averiguación a ser un medio de realización que no requiere que el blanco sea tal o cual, sino cualquiera.
Si en el cuento importa más que suceda un cambio liberador a qué cambio es el que sucede, es porque el peso está en lo estructural: hay un equilibrio que debe y no puede ser superado, y a desequilibrio regalado no se le miran los dientes.

3.5.2

Más por ser el primer movimiento que se atina a hacer que por el desparramo que ocasione, el disparo del cazador (mundo físico) implica la reanudación de la vida (mundo simbólico), como el cruce de la línea del arco por parte de la pelota implica la conversión de un gol. La diferencia es el juego cuyo reglamento configura el segundo término de la relación: en el caso del gol es el fútbol; en el caso de la reanudación de la vida, el juego del sentido (más específicamente, el de razones para su práctica).
De ahí tal vez que la situación de una duda y la irresolución que causa sean similares a las de una paradoja: un equilibrio de fuerzas opuestas que traba un movimiento (acá, el de la vida; allá, el del sentido del actuar). Pero en el caso de la paradoja la traba la ocasiona una contradicción de dos certezas y en el de la duda una falta de certeza. En el primer caso se peca por exceso de sentido; en el segundo, por carencia. El caso excluido da la regla de movimiento del juego del sentido: una u otra certeza, no una y otra o ni una ni otra (suponiendo que se excluyen recíprocamente).

Resumamos. Si toda duda es un desconocimiento dilemático (no sé –y necesito saber– si A o B), la inmovilidad que provoca es la de un estancamiento en la encrucijada, en el punto de desvío o bifurcación. Algo que debía continuar fluyendo se detuvo por no saber cómo o por dónde.
En el cuento, ese algo no está solo: lo acompañan todas las demás movidas interrumpidas, las de «todo ser animado que habita sobre la Tierra». Normalmente, una duda está rodeada de (es simultánea a) innumerables acciones resueltas; en “Perplejidad”, extraordinariamente, cualquier duda está rodeada de otras durante (y co-produciendo) «el único, brevísimo hueco que se ha producido en la historia del mundo».

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