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lunes, 27 de agosto de 2012

Entusiasmos IV 003 (2.0.0)


Aumento y reorganización del ensayo. Acabo de agregarle el epígrafe de Bill Bryson y las secciones 1, 1.1 y 1.2 que hablan de ese primer epígrafe. Lo que era antes de hoy el ensayo quedó distribuido en las actuales secciones 2, 2.1 y 2.2. Hice cambios y agregados en lo que era el último párrafo de la antigua sección 2 y del ensayo. Antes decía:
Una inmersión lúcida y una confianza ciega en “lo que está sucediendo” y en su sentido (que no es lo mismo que en sus resultados, ya sean logros o éxitos) son las dos entregas de sí y presencias plenas –en tiempo y forma– que a Manoukian le hacen asimilar estos trances a los religiosos (y no en razón, por ejemplo, de que compartan la creencia en un ser superior o en una condición supra natural de lo humano).
El entusiasmo es la memoria de estas intensidades fuertes trabajando ahora, en la expectativa de volver a experimentarlas.

Ahora dice:
2.2

Una inmersión lúcida y una confianza ciega en “lo que está sucediendo” y en su sentido (que no es lo mismo que en sus resultados) son las dos entregas de sí y presencias plenas –en tiempo y forma– que a Manoukian le hacen asimilar estos trances a los religiosos (y no en razón, por ejemplo, de que compartan la creencia en un ser superior o en una condición supranatural de lo humano).
El entusiasmo es la memoria de estas intensidades fuertes trabajando ahora, en la expectativa de volver a experimentarlas, en el mantenimiento o el incremento del interés. La felicidad se define en relación con el futuro al que apuntan esas expectativas de bienestar y satisfacción; el gozo, en relación con el presente donde se cumplen (en la buena o mala medida de lo posible).
Puede ser árido funcionar sin gozo: sin alegrías, sin momentos felices (que en distribución, intensidad y fugacidad se parecen al entusiasmo esporádico –un “ataque”–, a la zambullida que se le parece, y al breve terror de los soldados que se venían aburriendo). Pero más árido debe ser funcionar habiendo perdido la esperanza –y antes la expectativa– de estar mejor: sin al menos una ilusión de felicidad con la que uno pueda soñar, algo que alimente un deseo de seguir y, en el mejor de los casos, de “estar interesado al punto de amar las cosas” (condición para ser feliz).

También agregué el ensayo al Libro 4, Entusiasmos, de la Biblioteca.

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