Cambios en el último párrafo del ensayo. Desde anoche y hasta recién decía esto:
No debe haber un engaño más inexpugnable que el engaño del que no hay otra salida que la de un escepticismo sin razón, una paranoia casualmente certera.
Ahora dice esto:
No debe haber un engaño más inexpugnable que el engaño del que no hay otra salida que la de un escepticismo sin razón, una paranoia que sólo de casualidad puede ser certera (la puntería de sus desconfianzas rutinarias depende de lo que haga su blanco, como la de un reloj parado –razonó Lewis Carroll– depende de que el paso del tiempo se cruce con su hora; en ambos casos, la coincidencia necesita de un registro externo o ulterior que la rescate de la invisibilidad y la indiferencia, o sea, que le dé sentido).
No hay comentarios:
Publicar un comentario