-->

domingo, 27 de noviembre de 2011

Los perros que hablan 001 (0.1.0)


Cambios medios en la Toma 2 del ensayo. Hasta ayer a la tarde decía esto:
En castellano, el verbo haber habilita piezas para el juego de atribuirles cosas, que es algo que hacemos con los otros verbos; entre éstos, por ejemplo, hablar o existir. La afirmación “Hay perros” introduce una pieza en el juego; “Los perros existen” es una jugada hecha con esa pieza, como también puede serlo “Los perros no hablan”. Con agregarles un atributo, las piezas introducidas pueden ser más específicas. Por ejemplo, hay perros que existen y perros que no existen; o hay perros que hablan y perros que no hablan.

¿Qué dice Homero de los perros que hablan? Que no existen, nada menos. Pero sobre este tema nada dice de los perros que no hablan. Si sobreentendemos esta atribución existencial, recién entonces podemos inferir que si alguna clase de perros existe debe ser la clase de los que no hablan. En lugar de comunicar esta inferencia, “Los perros que existen no hablan”, Homero comunica la observación que permite hacerla: “Los perros que hablan no existen”.
En el otro caso se dice que hay perros que existen y perros que no existen. ¿Qué se dice de la clase de los perros que existen? Que no hablan. Luego, si alguna clase de perro habla debe ser la clase de los perros que no existen. Esta clase es, por definición, vacía. Si la clase de los perros que hablan es igual (o sea, tiene la misma extensión) que ella, es también vacía.

Desde la tarde de ayer dice esto:
En castellano, el verbo haber habilita piezas para el juego de atribuirles cosas, que es algo que hacemos con los otros verbos; entre éstos, por ejemplo, hablar o existir. La afirmación “Hay perros” introduce una pieza genérica (y de morfología simple) en el juego; “Los perros existen” es una jugada hecha con esa pieza, igual que “Los perros no existen” o “Los perros hablan” (cómo ponderemos tal o cual jugada es una cuestión aparte). Con agregarles un atributo, las piezas introducidas pueden ser más específicas (y de morfología compuesta). Por ejemplo, hay perros que existen y perros que no existen; o hay perros que hablan y perros que no hablan.

¿Qué dice Homero de los perros que hablan? Que no existen, nada menos. Pero sobre este tema nada dice de los perros que no hablan. Ver a un perro, como le sucede a Homero, permite jugar que los perros existen; pero esto sigue sin decirnos nada de los perros que no hablan. Si sobreentendemos su existencia no declarada, recién entonces podemos inferir que si alguna clase de perros existe debe ser la clase de los que no hablan. En lugar de comunicar esta inferencia, “Los perros que existen no hablan”, Homero comunica la observación que permite hacerla: “Los perros que hablan no existen”.
En el otro caso se introduce que hay perros que existen y perros que no existen. ¿Qué se dice de la clase de los perros que existen? Que no hablan. Luego, si alguna clase de perro habla debe ser la clase de los perros que no existen. Esta clase es, por definición, vacía. (La clase le debe su vacuidad –o nulidad de miembros– a ese inexistir canino; su presencia en el juego donde se predica esa inexistencia se la debe a la instalación que hace de ella el verbo haber, que es más “presentativo” que existencial.) Si la clase de los perros que hablan es igual (o sea, tiene la misma extensión) que ella, es también vacía y los perros que hablan no existen.


PD 27-11-2011, 16:20h: acabo de agregar en el último párrafo la subordinada adjetiva “que es más “presentativo” que existencial” y la proposición coordinada con que cierra: “y los perros que hablan no existen”.

No hay comentarios: