-->

sábado, 12 de junio de 2010

Identidades dobles 001 (1.0.0)


Acabo de terminar la primera versión (imagino que tendrá más cambios) de la comparación entre el Zorro y Superman injertada con el asterisco que hay en la sección "Caso 5", subsección "2", al final del primer párrafo. Dice esto:

Como me co­men­tó Luz en un mail, tam­bién Su­per­man tiene tres iden­ti­da­des: una na­ti­va (la ex­tra­te­rres­tre de Kal-El), otra na­tu­ra­li­za­da (la or­di­na­ria de Clark Kent) y otra por op­ción (la ex­tra­or­di­na­ria de Su­per­man, que no es hom­bre y sólo entre hom­bres es súper). De las dos elec­ti­vas, hay una iden­ti­dad en la que di­si­mu­la los po­de­res con los que llega a la Tierra en un moi­sés in­ter­es­te­lar, y otra en la que los usa. Análo­ga­men­te, en Los Án­ge­les Diego de la Vega di­si­mu­la con el dis­fraz de cor­de­ro le­tra­do los po­de­res con los que vuel­ve de Es­pa­ña –ad­qui­ri­dos en tres años de formación y com­ple­men­ta­dos con los de la cuna–, y los usa con­ver­ti­do/dis­fra­za­do en el Zorro. Los des­en­mas­ca­ra­mien­tos de uno y otro tie­nen el mismo po­ten­cial de daño.
Sobre esas di­fe­ren­cias me­no­res, re­la­ti­vas a cómo y de dónde pro­vie­nen cada uno y sus po­de­res, se monta una di­fe­ren­cia mayor, re­la­ti­va a las con­se­cuen­cias y a la vi­si­bi­li­dad de cada fi­lia­ción u ori­gen. Su­per­man es un dis­fraz y un alter ego de Clark Kent, que es la im­pos­tu­ra te­rres­tre del ex­tra­te­rres­tre Kal-El, que es la iden­ti­dad ori­gi­na­ria cuyo des­cu­bri­mien­to aca­rrea el de su vul­ne­ra­bi­li­dad (“no ol­vi­de­mos que fi­nal­men­te todos sus pro­ble­mas gra­ves –y los peo­res ar­chi­ene­mi­gos– de­ri­van de esta ter­ce­ra iden­ti­dad”, es­cri­be Luz). Análo­ga­men­te, el Zorro es un dis­fraz y un alter ego del Diego de la Vega re­gre­sa­do, que es la im­pos­tu­ra ca­li­for­nia­na –co­bar­de y torpe– del Diego de la Vega que en Es­pa­ña le sumó a su va­len­tía ju­ve­nil, im­pul­si­va, la des­tre­za con la es­pa­da y la ma­du­rez de un es­tra­te­ga. Pero al hijo de uno de los ha­cen­da­dos más im­por­tan­tes de Ca­li­for­nia su ori­gen (so­cial, ya que no bio­ló­gi­co), que en vez de se­cre­to no deja de ser os­ten­si­ble, lo dota de una in­mu­ni­dad es­pe­cial, una res­pe­ta­bi­li­dad y una pro­tec­ción su­pe­rio­res: todo lo con­tra­rio de una vul­ne­ra­bi­li­dad.
Algún otro de su clase uti­li­za esas ven­ta­jas para con­so­li­dar­las con in­jus­ti­cias im­pu­nes, suel­to o alia­do a la au­to­ri­dad de turno. Diego de la Vega, en cam­bio, las uti­li­za para in­so­len­tar­se con la au­to­ri­dad in­jus­ta bien in­mu­ni­za­do; o sea, para ser abier­ta­men­te la ver­sión tes­ti­mo­nial de una moral jus­ti­cie­ra, de la que el Zorro es clan­des­ti­na­men­te la ver­sión eje­cu­ti­va.
La fuer­za in­su­fi­cien­te de la pri­me­ra ver­sión, que es po­lí­ti­ca, pro­vie­ne de una per­te­nen­cia de clase; la fuer­za exi­to­sa de la se­gun­da, que es gue­rre­ra, es mé­ri­to de un so­li­ta­rio, uno que está al mar­gen de la ley y de la co­mu­ni­dad que con ella se con­tro­la y re­gu­la: un fo­ra­ji­do con re­com­pen­sa de cap­tu­ra, del que no se dis­cu­te desde dónde actúa, sino sólo en con­tra o a favor de qué (de la ley y el orden, para quien los usa con la am­bi­ción de vol­ver­se más po­de­ro­so y más rico –Mo­nas­te­rio– o cons­pi­ran­do para uno así –los agen­tes del Águi­la–; o de una “ver­da­de­ra” jus­ti­cia, según aque­llos para quie­nes el Zorro les da lo que la au­to­ri­dad les niega, les quita o no evita ni re­vier­te que otros –un pa­trón abu­si­vo, un aven­tu­re­ro con co­di­cia, un sim­ple la­drón– les nie­guen o les qui­ten).
En la serie, el pro­ce­so de “des­fo­ra­ji­za­ción” del Zorro tiene su cli­max cuan­do, en vez de pe­lear con­tra los sol­da­dos del Rey, pelea junto con ellos con­tra un enemi­go ex­tran­je­ro y su tí­te­re local, ti­rá­ni­co e ines­cru­pu­lo­so, según son re­pre­sen­ta­dos los mo­vi­mien­tos in­de­pen­den­tis­tas (la ban­de­ra es­pa­ño­la llega a ser arria­da y re­em­pla­za­da por la del Águi­la; la ti­ra­nía de Mo­nas­te­rio fue siem­pre la de un súb­di­to de la co­ro­na, in­jus­to pero leal). En cam­bio, Su­per­man es de en­tra­da un jus­ti­cie­ro tam­bién para las au­to­ri­da­des, que sue­len verse su­pe­ra­das por los vi­lla­nos y opor­tu­na­men­te asis­ti­das por «el gran Boy Scout azul».