2.1. IndetectablePD de las 6:55 am: Acabo de cambiar el final con una supresión y una sustitución:
El Primer Lord del Almirantazgo británico, Sir Jonathan Band, y el ministro de Defensa francés, Hervé Morin, trivializaron el “percance”. Una síntesis de sus declaraciones sería “finalmente, nada pasó”. En conferencia de prensa surgió una pregunta sobre el tema y Sir Jonathan afirmó –con gesto fastidiado– que el choque no había afectado a las tripulaciones, que los submarinos “sólo habían sufrido rasguños” y que la seguridad nuclear no había corrido riesgos. Hervé Morin –que días antes sostuvo que “Le Triomphant” había tropezado con un container– incursionó en comparaciones marinas: “Se trata de una problemática tecnológica extremadamente simple: estos submarinos son indetectables. ¡Hacen menos ruido que un camarón!” (Le Monde, 17-02-09). No es el caso, obvio, de un estallido atómico.
Juan Gelman, “El Atlántico no alcanza”, en la contratapa del Página/12 del 22-2-09.
El hombre invisible desperdiciaría una ventaja enorme para ser indetectable si chocase con gente o tirase cosas, si oliese mal o si fuese ruidoso. La gracia de ser invisible es que es muy útil para lograr ser indetectable; mantenerse inodoro, insípido, silencioso y distante son pasos necesarios pero cortos hacia la meta, comparados con el de mantenerse invisible. Si lo definimos por lo que implica, ser indetectable significa que podemos siempre esquivar a los otros y que los otros no pueden esquivarnos si no queremos. Es un combo de atributos que no admite sin riesgo más de un portador por zona de influencia y circulación. El encuentro de los dos submarinos ilustra lo peligroso que puede resultar que lo tengan más de uno.
No todo cruce de absolutos es paradójico. Pero en toda paradoja de este tipo hay un cruce de absolutos (de negaciones mutuas de atributos absolutos). Dos competidores infalibles, como el perro de absoluta eficacia y la zorra inatrapable, se encuentran y producen una paradoja, un problema conceptual insoluble; suspenden la decisión inteligente en un dilema con dos callejones sin salida, dos fuerzas con igual derecho a excluirse entre sí. Su situación es imposible por contradictoria, como la del caso hermano de una lanza irrechazable que choca contra un escudo impenetrable. Primos suyos, dos móviles indetectables, como esos dos submarinos, se encuentran y pueden provocar un desastre nuclear (que “si es evitable no es accidente”). La suerte por la tenue consecuencia del encuentro compensa el “azar extraordinario” y desfavorable de que haya tenido lugar, pese a la enormidad de espacio disponible para navegar fuera de un curso de colisión.
¿Cómo definir lo similar y lo distinto de este parentesco? En ambos casos una incompatibilidad de convivencia entre dos atributos o capacidades (posibilidad, poder o potestad) produce consecuencias no deseadas e indeseables, unas para la lógica y otras para la vida en la Tierra. El encuentro paradójico tiene consecuencias en lo simbólico, en su entramado lógico, en la producción de simuladores de interacción con el medio (o sea, de signos cuya trama de relaciones es un compendio de lo que sabemos y creemos, que usamos para hacer predicciones útiles sobre la continuación del medio, que a su vez usamos para elaborar cursos de acción ventajosos o resistentes). El encuentro catastrófico tiene consecuencias en la física y la química de nuestro medio, en cómo quedan barajados los átomos que componen la materia visible en una instantánea del universo posterior a ese encuentro.
2.1.1. Equiparable
En el segundo caso quedan comprometidas las posibilidades de supervivencia del conocedor; en el primero, las condiciones de posibilidad de su conocimiento. En la trama afectada del primer caso hay, básicamente, relaciones de equivalencia conceptual y analogías, que forman líneas y redes de sentidos parcial o totalmente coincidentes. Estos agrupamientos, gracias a los cuales nos ahorramos tener que ir estrenando nuevas categorías cada vez, son el trabajo más conspicuo de la inteligencia en la especie humana. Y es lo que se hace al pensar, ya sea en la elaboración de saberes o de creencias.
Un último bucle. Estas relaciones, a su vez, son similares a las que se dijo que hacían la matemática –una parte y una herramienta de cualquier simulador–, cuando fue vista como una colección coherente de tautologías, de relaciones de igualdad o, mejor dicho, de co-referencialidad (para algunos, construidas; para otros, descubiertas).
Estos agrupamientos, gracias a los cuales nos ahorramos tener que ir estrenando nuevas categorías cada vez, son el trabajo más conspicuo de la inteligencia en la especie humana.
Una última deriva. Estas relaciones, a su vez, son similares a las que se dijo que hacían a la matemática –una parte y una herramienta de cualquier simulador–, cuando fue vista como una colección coherente de tautologías, de relaciones de igualdad o, mejor dicho, de co-referencialidad (para algunos, construidas; para otros, descubiertas).
PD de las 6:12 pm: Suprimí el último paréntesis.