Por ejemplo, es tautológica hasta la invisibilidad la reversión de un número capicúa; en la secuencia de la siguiente imagen (una captura de pantalla del programa “Alterados por π, II”, de Adrián Paenza), a medida que avanzamos en las multiplicaciones, se van alargando el ascenso y el descenso simétricos de cada capicúa (el triángulo equilátero que va trazando la progresión así dispuesta parece una gráfica del proceso, con un lado ascendente y otro descendente, interceptados por la base –o sea, de incrementos emparejados):
ahora dice:
Por ejemplo, es tautológica hasta la invisibilidad la reversión de un número capicúa; en la secuencia de la siguiente imagen (una captura de pantalla del programa “Alterados por π, II”, de Adrián Paenza), a medida que avanzamos en las multiplicaciones, se van alargando el ascenso y el descenso simétricos de cada capicúa (el triángulo equilátero que va trazando la progresión así dispuesta parece una gráfica del proceso, con un lado “ascendente” y otro “descendente”):
Como se sabe, la acción de publicar un nuevo ensayo queda registrada en un título y con una fecha. La de editar alguno ya publicado, la otra cosa que hago en Zambullidas, no deja registro de los cambios que deja. Esta Bitácora viene a registrarlos, a dar las noticias de la otra actividad en el sitio, que es la más discreta y encima la más asidua de las dos. Para el lector que desee hacer completo su seguimiento del “work in progress hasta la Chacarita”, para el que quiera mantenerse integralmente actualizado, esta es la herramienta. Pero se la use o no para eso, su trabajo le da espesor a Zambullidas, lo vuelve un palimpsesto: mostrar los cambios de un ensayo ordenados en el tiempo es hacer de ese ensayo una pila de capas, una fila de versiones, desde la frontal y más reciente (la última que hubo, la actual, la vigente, que es la única que hay allá) a la más antigua (la primera que hubo allá, primero, y acá, después).
Los programas de TV en vivo venían de tener una presencia de 1 vez semanal de 3 ó 4 horas de duración máxima (o 5 veces semanales de 1 hora de duración mínima) cuando los reality subieron bruscamente esa marca a 7 y 24. En esa vastedad, los cambios de situación se espaciaron, las permanencias se estiraron. Pero una novedad pretendía hacer apreciar (o al menos justificar) esa baja intensidad de emociones. Ilusoria o no, la propuesta (y autopromoción) del nuevo género de espectáculo en vivo era ofrecer el registro de un proceso (el de un experimento definido y reglado), en lugar de volver a ofrecer el montaje de un show, guionado o improvisado. Con la misma asistencia perfecta por continua, con la misma parsimonia para cambiar, pero con una longevidad indefinida como la del hiperbólico “Truman Show”, también Zambullidas es un espectáculo en vivo: cada uno de sus ensayos es la última versión de una secuencia que se está desarrollando on line, después de otra que se desarrolló en mi carpeta “Zambullidas”, que incluso puede ser (y sólo así fue al comienzo, 687 días atrás) la continuación de otra que se había desarrollado en mis libretones. Hacer la bitácora de Zambullidas es hacer la bitácora de cada ensayo que además de una fecha de estreno (publicación) tenga otra u otras de cambio (edición), como es el caso de la gran mayoría. En conjunto, es mostrar la inestabilidad que hace de ese espacio una “zona de derrumbes” o una mesa de trabajo, si vemos la película, y una cartelera de últimas versiones, si vemos la foto. Las versiones anteriores están en esta Bitácora, cuyas entradas a partir de hoy llevarán el título del ensayo modificado y un número secuencial, como hago en la carpeta “Zambullidas” con los que esperan ser publicados. Como los derrumbes a una montaña, esos cambios le van dando forma a Zambullidas, si se me tolera la reedición geológica de la vieja metáfora de la roca esculpida. En esta Bitácora (metáfora titular) conservo los escombros más grandes.
Bienvenidos, y muchas gracias por visitar Bitácora de Zambullidas.